Ansiedad, insomnio y hasta enfermedades psicosomáticas… Cuando una persona sospecha de la infidelidad en la pareja (aunque esa inquietud sea infundada), el impacto sobre el equilibrio psicológico es muy elevado.
Este es un tema del que no se habla demasiado. Cuando converso con mis pacientes, el 80% ha buscado alguna vez en Internet aquello de “pistas de que tu pareja te puede estar engañando”. Sin embargo, no siempre se aborda el elevado desgaste mental que ocasionan las meras sospechas de infidelidad. Más allá de que esa inquietud sea o no infundada, ese impacto es más serio de lo que pensamos.
La manera más desgastante de abordar este tema, es optar por el silencio y dejar que los pensamientos te carcoman la mente. El abordaje que genera stress es limitarse únicamente a poner la atención en pequeños aspectos hasta llegar a la obsesión e incluso la paranoia. Esa angustia que suscita el pensamiento constante alrededor de la traición, es la base en muchos casos, tanto de trastornos de ansiedad como de depresiones.
Asimismo, hay otro detalle. La mayoría podemos haber experimentado esta sensación; es normal y comprensible tener cierto miedo a perder ese vínculo con la persona amada. No obstante, el problema reside en que -por término medio- gestionamos muy mal esas sospechas de traición. De nada vale, por ejemplo, compartir con amigos nuestra inquietud y no hablarlo directamente con la pareja.
La suspicacia y la sospecha debe invitarnos a la acción, no a la pasividad de quien se limita a quedar aún más atrapado en el laberinto de la preocupación.
Efectos psicológicos de la sospecha de infidelidad
No pecamos de exageración si afirmamos que la sospecha de infidelidad es una de las fuentes de estrés más elevadas. Es experimentar incertidumbre constante, preocupación en bucle y ansiedad persistente. Uno no deja de darle vueltas a que tal vez nuestra relación se vaya a romper tarde o temprano o que, sencillamente, estamos siendo víctimas de una mentira.
El efecto de las sospechas de infidelidad son diferentes en hombres y en mujeres
Varios estudios realizados en las universidades de Nevada y Ohio, señalan que existen diferencias de género a la hora de experimentar el impacto de las sospechas de infidelidad. Sin bien es cierto que todos lo vivimos con elevado sufrimiento, hay pequeñas particularidades que nos diferencian:
Las mujeres tienden a somatizar mucho más. Experimentan cefaleas, dolores musculares, agotamiento, problemas digestivos, inapetencia o mayor necesidad por comer, etc.
Tanto hombres como mujeres experimentan insomnio.
Los hombres también pueden somatizar, pero demuestran más conductas de riesgo, como beber alcohol, recurrir a las drogas, evidenciar comportamientos poco regulados como evidenciar mayor agresividad conductual o verbal, etc.
Por otro lado, también es común en ambos géneros que se derive en trastornos de ansiedad e incluso en depresiones.
¿Qué hacer cuando sospecho que mi pareja es infiel?
Hemos hablado ya de los efectos para la salud mental de las sospechas de infidelidad. Sin embargo, ¿qué hacer si nos vemos en estas mismas circunstancias? Es importante reflexionar en los siguientes aspectos.
Aprender a manejar las sospechas de infidelidad
Optar por el silencio, la sospecha constante y la vigilancia obsesiva hacia nuestra pareja solo alimenta el malestar. Si algo nos inquieta se pone en voz alta, si tenemos una preocupación, se comparte.
Evitemos también hablar de nuestras sospechas con amigos o familiares. Difundir los miedos en ocasiones agrava aún más el problema. Empecemos hablando con nuestra pareja
Intentemos frenar también el buceo cotidiano por los detalles más minimos en busca de posibles revelaciones. Lo mejor en todos los casos es abordar esa sensación de angustia de manera directa.
Por otro lado, si las sospechas de infidelidad son infundadas y no hay evidencia alguna de traición, es momento de llevar a cabo una necesitada introspección. ¿De dónde vienen mis miedos? ¿Por qué me siento inseguro en mi relación? En ocasiones, factores como la baja autoestima someten al vínculo afectivo a esa sospecha obsesiva. El miedo al abandono es la sombra constante de quien no se quiere a sí mismo ni se cree digno de ser amado.
Para concluir, pocas cosas pueden ser más agónicas que coexistir con las sombras de sospecha de quien cree que a la mínima va a ser traicionado. Los miedos nos limitan. Afrontemos de manera directa estas situaciones y construyamos siempre relaciones en las que fluya la sinceridad y la confianza en todo momento, esa es la clave.
Lic. Teresa Galeano
Master en Terapia Familiar